No son las cucarachas las que nos ayudan a vencer el miedo que les tenemos

diciembre 20, 2008 at 4:29 pm Deja un comentario

Tampoco son las inyecciones las que nos anulan el miedo que les tenemos, lo mismo pasa con la oscuridad. Lo que nos modifica, lo que nos hace  «+ fuertes» son los golpecillos de la vida, ese conjunto formado por las desiluciones, las decepciones, la certeza de lo inevitable y el estallido propio de eso, de lo inevitable.

Nos comportamos como partículas y somos diferentes cuando, por algún intervalo de tiempo, formamos parte de un grupo de personas, es decir, de una masa humana. Es necesario anhelar lo que no tenemos, eso convierte nuestro espacio en algo dinámico y caótico. Una persona en soledad no es la misma en grupo, la misma se une a la masa, o incluso a otra persona, mediante lo que vamos a denominar fuerza. La fuerza es todo aquellos que nos hace interactuar, de una manera u otra, con el resto de la humanidad. Por medio de esta definición aceptamos que las fuerzas no solamente unen, sino también son capaces de desunir. Todo depende de qué tipo de fuerza sea. De ahora en adelante, cuando mencionemos entidad, deberá entenderse como si mencionaramos ser humano.

¿Cuáles son esas fuerzas? Responder esta pregunta es más complejo de lo que parece. No es sólo cuestión de meditar sobre ¿Qué me provoca hacer esto o aquello?, es necesario situarnos en un marco de referencia inercial en donde seamos capaz de tratarnos como tercera persona. Partiendo de la idea de que no somos más que una evolución superespecializada de la célula, procederemos a identificar las diferentes fuerzas mediante las características funcionales de la estructura más pequeña que goza de ser clasificada como ser viviente:

La fuerza provocada por el hambre, es sin duda una fuerza que nos aisla, nos separa de la congregación. Pertenece al conjunto de fuerzas que nos hace concientes de que somos una entidad aparte del resto de nuestros semejantes.  La fuerza producida por la extensión celular de reproducción no es la fuerza principal que produce la sensación o sentimiento denominado amor (este más bien se relaciona con la fuerza provocada por la señalización, expuesta más abajo), sin embargo es la fuerza provocada por la reproducción que hace que una madre sea como una leona con sus hijos.  Otra fuerza nos aisla, la fuerza que proviene de la diferenciación, nos hace conscientes que no somos como los demás, que tenemos cualidades que nos hacen distintos. Otra fuerza promueve la unión, la que es una extensión de la señalización celular, nos hace establecer vínculos con los demás precisamente gracias a la fuerza de diferenciación, pues si fuésemos todos idénticos no necesitaríamos la ayuda de los demás para cumplir nuestro objetivo final: vivir con una mayor calidad de vida. Estas cuatro fuerzas fundamentales se mezclan, provocando una interacción mayor que la que provocarían cada una por separado. A pesar de que se mezclan, nunca pierden las características propias de su naturaleza. Esta gran interacción, provocada por estas cuatro fuerzas, con el único objetivo, no solo de vivir o preservar nuestra existencia, sino también de hacerla óptima. Estas son las cuatro fuerzas, simples a simple vista, que hacen de nuestro entorno un mundo realmente complejo. Esas cuatro fuerzas son las madres de esas emanaciones llamadas sentimientos.

Aquel lugar del espacio en donde tienen lugar las fuerzas o interacciones descritas anteriormente es aquel lugar del espacio en la que habitan los seres humanos. Ese lugar del espacio, por definición, si posee una de esas características (existencia de dichas fuerzas, presencia de seres humanos), posee las dos, quiero decir, que si una es verdadera, ambas lo son. Ese lugar del espacio es nuestro campo de acción e interacción.

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Vejada una verdad escondida

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